La transformación digital: No se trata de tecnología
La transformación digital: No se trata de tecnología
Hoy en día para nadie es un secreto que independientemente de la industria de la que hablemos, las nuevas tecnologías digitales nos obligan a cambiar. Sin embargo, ellas no vienen solas, sino que se acompañan de nuevas amenazas, de forma que la transformación de los modelos y procesos, no son solo necesarios para mantenernos a la vanguardia, sino que, en el corto plazo, nuestras empresas no sobrevivirán sin procesos de transformación permanente.
La revolución digital ha puesto de cabeza el manual de estrategias empresariales y tal parece que la velocidad a la que tendremos que adaptarnos no parará de aumentar. En mi trabajo enseñando y asesorando empresas, suelo escuchar una y otra vez cosas como “En la teoría parece claro, pero en nuestra empresa, ¿cómo nos adaptamos y transformamos para la era digital?” Y es que las empresas se enfrentan a desafíos inmensos. Muchos de los aprendizajes, de las reglas y de los parámetros que hasta hace poco hacían crecer los negocios, ya no aplican, y lo que es peor, mientras encontramos la forma de mantenernos competentes, todo sigue cambiando, de forma que nuestras iniciativas pierden utilidad rápidamente, incluso antes de implementarlas. La transformación tiene que ser permanente y prácticamente en tiempo real. Se deben tomar decisiones extremadamente trascendentales en cuestión de días o incluso horas, y el solo hecho de darnos cuenta de que es necesario tomar cierta decisión es un desafío en sí mismo.
Es ahí donde conceptos como la ciencia de datos y la inteligencia artificial vienen al rescate y nos dan la tranquilidad de que el cambio es posible y que ninguna empresa, de ningún sector, está condenada inevitablemente al fracaso. Todos los negocios pueden transformarse digitalmente y prosperar, independientemente de la industria e independientemente de si se trata de empresas emergentes o de la era predigital; de si son multinacionales o empresas nacientes; de si surgieron como empresas de base tecnológica o de si se dedican a negocios completamente ajenos a lo digital.
Pero entonces, ¿Qué separa a las empresas que logran adaptarse y prosperar en un mundo digital de aquellas que fracasan? A partir de mi experiencia, puedo decir que, aunque no hay una estrategia infalible que aplique a todas las compañías, sí que hay un conjunto de factores imprescindibles para lograr los objetivos de transformación, hay otros factores que aumentan en gran medida las probabilidades de éxito y hay una serie de prácticas empresariales que llevan los procesos de transformación digital casi que irremediablemente hacia el naufragio. De estos factores escribiré otro artículo, pero lo primero para tener en cuenta es que, aunque suene paradójico, la transformación digital no se trata de tecnología. En realidad, se trata cambiar la forma de pensar y de estructurar las estrategias, de entender el ecosistema en que nos desenvolvemos y de no hacer oídos sordos a lo que el mercado nos dice. Se trata de estar permanentemente consciente de luchar contra la aversión al cambio y de que nuestra empresa se mantenga ligera, ágil y mentalizada. Transformarse para la era digital requiere actualizar nuestra mentalidad estratégica mucho más que nuestra infraestructura de TI.
La transformación digital requiere una visión integral e integrada de la compañía, que parte de un autoconocimiento profundo de la empresa y del contexto en que opera y en la mayoría de los casos, se puede construir un sólido proceso de transformación digital a partir del análisis del mercado, la competencia, el aprovechamiento de los datos e información, nuestro proceso de innovación y nuestra propuesta de valor.
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